Miao Shan era la más joven de las tres hijas de un rey en el sur de China. La princesa despertó la ira de su padre al negarse a contraer matrimonio, optando por una vida espiritual de monja budista. El padre se enfureció puesto que basada sus planes para la prosperidad futura en las perspectivas de matrimonio de la muchacha.
Su madre trató de argumentar en su favor, pero su padre no quiso escuchar. El matrimonio había sido arreglado, el matrimonio tendría lugar. Sin embargo, su ira y sus súplicas no lograron que Miao Shan cediera. Así que el rey decidió confinarla en una torre. En la torre, donde no había nadie con quien hablar y sólo arroz seco para comer, Miao Shan pudo iniciar su deseda vida de asceta y se dedicó a orar.
Cuando se dio cuenta de que había sido derrotado, el padre de Miao Shan desde la ira, ordenó su ejecución.
Condujeron a Miao Shan al bosque. La joven caminaba en silencio detrás de los soldados. Cuando los soldados llegaron a un espacio abierto entre los árboles , desenvainaron sus espadas, ella tomó una respiración profunda… De repente, de las profundidad del bosque surgió un tigre que derribó a los soldados, tomó Miao Shan con la boca y se la llevó. El tigre había sido enviado por los dioses para rescatar a Miao Shan. El fiero animal la restacató y la llevó a la espalda hasta las montañas de Amarillo, donde pasó los siguientes años abrazada a una vida asceta.
Su devoción le llevó al lugar donde podría haber alcanzado la luz, dejando atrás las miserias de la vida terrenal para siempre. Pero justo en ese umbral, se detuvo. De todos los que habían llegado a este punto, nunca nadie se había detenido. Pero Miao Shan recordó a todos aquellos que todavía sufren, los que no podían encontrar su camino hacia la luz debido a las dificultades de sus vidas. E hizo un voto: permanecer en tierra hasta que todo ser viviente fuera sagrado.
Un día le llegó la noticia de que su padre padecía una enfermedad incurable. Con un gran sacrificio, logró elaborar una poción milagrosa, que salvó la vida del rey.
Los dioses admiraron el amor filial y la piedad de Miao Shan e hicieron de ella una diosa. Y desde entonces hasta nuestros días viene a ser conocido hoy como Kwan Yin, Diosa de la Misericordia.
Talla en Porcelana China de La Diosa Kwan Yin, 1920
Foto de Patrizia Acebes
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